sin plumas

comentarios de libros por iván thays

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Lugar: Lima, Peru

Escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro"

3/28/2003

Luis Nieto Degregori
Cuzco después del amor. Peisa: 2003. 285 págs.


Poseer el don

Luis Nieto Degregori (1955) se ha convertido, desde hace varios años, en el narrador cusqueños más conocido y celebrado de su generación. Desde la aparción de Harta cerveza y harta bala (1987) hasta Señores destos reynos (1994) su obra se ha enmarcado en el realismo urbano y el recuento histórico, sin que las preocupaciones por las dificultades de escribir y darse a conocer desde la provincia le impida una exigencia estética inusual entre su contemporáneos, la cual logra su mayor altura en Cuszco después del amor, novela que acaba de publicar la editorial Peisa.

El Cuzco monumental, histórico, provinciano, telúrico, épico, aparece en un sinfín de textos y poemas. El Cuzco moderno, atorado de turistas, sexual, de drogas, alcohol, discotecas y bricheros también ha aparecido, con bastante frecuencia, en textos de narrativa de reciente publicación. La síntesis entre ambos mundos es, ciertamente, un caldo de cultivo para la literatura, aunque eso no implique nada si el autor no tiene el talento para atrapar la intensidad y las contradicciones del Cuszco contemporáneo. Y así ha quedado demostrado con Cuzco después del amor porque, sin duda, Nieto Degregori tiene ese talento. La novela consigue, sin exabruptos ni escenas clisés, transmitir una atmósfera verosímil de lo que es hoy en día la antigua capital del Incanato. La elección del protagonista es, de lejos, el primer y más importante hallazgo que le permite al autor coger el hilo de la historia con acierto. Martín es un arquitecto cusqueño que tiene una educación cosmopolita pero, al mismo tiempo, es un apasionado de su ciudad. No por su importancia histórica o la cháchara nacionalista, sino por características más sutiles, quizá, pero tan contundentes como son la luz, el valle, el mestizaje arquitectónico. Ha conseguido un puesto en la cooperación española desde el cual se encarga de la reconstrucción de la Compañía, cuya remodelación debe culminar en 1992, como parte de las celebraciones de los 500 años. Al mismo tiempo, junto a un grupo de amigos, está convencido de la necesidad de restaurar Cusco y convertirla en una ciudad arquitectónica que logra salvar los años, como puede serlo Venecia. Ese sueño dorado se estrellará de nariz frente a la ambición de El Flaco, nuevo alcalde del Cusco, que representa una visión más “progresista” y no le tiembla la mano en utilizar el dinero conseguido para la reconstrucción de la ciudad en construir monumentos enormes, que pretenden “modernizar” la ciudad pero no hacen sino resltar la megalomanía y falta de gusto del alcalde quien, para colmo de males, se siente la reencarnación de Pachacútec y tiene un anti-hispanismo cabalgante. Martín deberá morder el freno de su falta de poder político, y aceptar que esas estatuas enormes de Pachacútec y esas fuentes de agua con pumas son la tumba donde morirán sus sueños de recuperar la ciudad de luz y piedra que él ama. Y lo que es peor, deberá aceptar que esa demagogia modernista es compartida por muchos amigos y por la mayoría de cusqueños. Por otra parte, la novela se desenvuelve también como una educación sentimental. Quizá por su cosmopolitismo, Martín evita frecuentar las picanterías y colocarse el poncho de las festividades, y más bien es asiduo a las diversiones nocturnas del Cusco turístico, como discotecas de moda o el pub ingles. Sus relaciones se guían por esa pauta, pues su gran amor fue una alemana –Ingrid- con la que convivió cuatro años. Sin embargo, sexualmente Martín aún no consigue establecerse. Cerrado por una educación machista, de la que Ingrid lo despercude un poco, la gran obsesión de Martín –más allá de la arquitectura urbana- es la de conseguir una pareja a su imagen y semejanza. No lo convencen ni las extranjeras liberales ni las provincianas que buscan un marido. Y he aquí el segundo, y definitivo, gran acierto de Nieto Degregori pues las tribulaciones de Martín están hechas con una agudeza inusitada, entre el entusiasmo y el desasosiego, sin llegar a despercudirse del machismo pero al mismo tiempo con la lucidez suficiente para reconocer los síntomas. El sexo es la segunda conquista que inicia Martín y, lo adelantamos, su segunda derrota. Apenas con Cloe –una mujer casada, andahuaylina, pintora- parece conseguirlo pero la relación es superior a sus fuerzas. Como un demiurgo, pretende controlar todo, y termina enredado en los hilos de sus títeres. Cloe tiene “el don” para Martín: es una mujer que sabe disfrutar y hacer disfrutar del sexo. Sin embargo, quien carece del don es él mismo, demasiado confundido para superar sus temores, demasiado egoístas para enfrentar al Amor con mayúsculas, demasiado nostálgico para amar algo distinto a las ruinas que rodean su vida sentimental y la ciudad que se transforma en sus narices. Luis Nieto Degregori ha escrito una obra notable, intrigante, sentimental, compleja, con cuestionamientos personales e históricos. Una novela imprescindible.