sin plumas

comentarios de libros por iván thays

Mi foto
Nombre:
Lugar: Lima, Peru

Escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro"

3/28/2003

Ronaldo Menéndez
De modo que esto es la muerte. Lengua de trapo: 121 págs. 2002


El humor del antropófago

Ronaldo Menéndez nació en La Habana, Cuba, en 1970. Después de ganar el Premio Casa de Las Américas de Cuba por su libro de cuentos El derecho del pataleo de los ahorcados su nombre se estacionó, definitivamente, en aquel limbo de las jóvenes promesas de Hispanoamérica. De ese limbo salió en 1999 cuando ganó el Premio Novela Lengua de Trapo, de la editorial del mismo nombre en España, con La piel de Inesa, una novela sobre la exploración y el nacimiento de la sexualidad. Ahora, esta nueva colección de relatos De modo que esto es la muerte, no solo confirma esa calidad sino que la luce con resultados francamente alentadores.
El primer cuento del conjunto, titulado significativamente “Carne”, es una historia que marca el compás del resto de relatos. La historia de dos ladrones inexpertos, Cirilo “Ojo Tuerto” y Bill, que pretenden robar una vaca y en pleno forcejeo son atrapados por unos farmers, los cuales al fin del cuento se muestran felices de haberlos atrapado porque gracias a eso podrán tener una sábana de carne en su mesa. La Carne, así, con mayúsculas, es el gran tema de este libro donde todos los placeres –incluyendo algunos prohibidos como el de la antropofagia- aparecen en desfile, enredándolo todo, convirtiendo cada historia en una serie de disparates. Y es que lo más resaltante es eso, precisamente, el disparate que otorga de un gran sentido del humor al libro, una risa constante que hace amable y le quita dramatismo aún a las cosas más terribles. Y es que Ronaldo Menéndez no es un narrador decimonónico, de aquellos que quieren dar consejos y presentar realidades que demuestren que el humano se ha deshumanizado y cosas similares, buenas para tesis de antropología, sino que es un narrador hijo de su tiempo, sin consejos y sin moralejas, cargado sí de un repertorio de personajes y de argumentos extraordinarios que quiere presentar así, sin más, con fe en la ficción pura y su capacidad de comunicar. Si en sus cuentos “El derecho del pataleo de los ahorcados” la referencia al poder político y la exigencia de libertad era explícita, aquí el tema de la muerte también parece explícito. Pero la muerte no es más que “eso”, aquello que ocurre siempre de manera imprevista, siempre como un escándalo pero no necesariamente trágica (o, en todo caso, la tragedia está en los ojos del que lo lee, no de quien lo escribe). Menéndez es un narrador de historias, no de alegorías. Sus antropófagos pueden ser una metáfora certera del hambre, como dice la contratapa, pero no necesariamente. Por ejemplo un cuento, “La isla de Pascalí” nos remite a la historia de cubanos en Lima, la delación, la pobreza. Pero uno podría cambiar las circunstancias y el cuento no perdería su vigor, su fuerza natural, que radica en el argumento y no en los referentes. Por ello, es el lenguaje el que asume el protagonismo en este libro. Cuando Menéndez hace hablar a sus personajes en primera persona construye un lenguaje que podría ser caribeño, pero no necesariamente. No hablan como cubanos de Cabrera Infante ni como castizos de Pío Baroja, hablan con un tono extraño, particular, al que podríamos llamar “el tono Menéndez” ¡Qué gran logro para un narrador eso! podría decirse y sí, ciertamente, es un enorme mérito sobre todo porque ese tono le permite escribir cuentos tan notables como “La verticalidad de las cosas” y también hacer verosímil (ojo, en la ficción la verosimilitud la confiere el lenguaje, que delimita la frontera y la lógica del mundo representado) un cuento como “Cerdos y hombres. El extraño caso de A”. Ser mezquino es la norma para con los autores jóvenes. Pues me salto la norma para afirmar que Ronaldo Menéndez ha escrito una espléndida colección de relatos que demuestra que la literatura latinoamericana última está dando, a contrapelo de su crítica escéptica y socarrona, obras indispensables como ésta.