sin plumas

comentarios de libros por iván thays

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Lugar: Lima, Peru

Escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro"

6/09/2006

Abril Rojo
Santiago Roncagliolo
Alfaguara: Madrid. 2006


AYACUCHO THRILLER
Luego de ganar el premio Alfaguara, Santiago Roncagliolo declaró que su intención fue escribir un thriller situado en los años posteriores a la caída de Sendero Luminoso. Si ésa era la intención, eso es lo que ha conseguido: la novela mantiene una intriga dosificada con destreza capítulo por capítulo; presenta crímenes horrendos (aunque nunca peores que los de la realidad); un escenario oclusivo como la semana santa en Ayacucho, donde se une el sincretismo religioso con la violencia política; personajes estereotipados (el Policía, el Militar, la Chica misteriosa, el Terrorista, el Campesino, el Cura) pero que resultan perfectos sospechosos, empezando por el protagónico fiscal Chacaltana y su hitchcockiana relación edípica con el espectro de su madre. Desde luego, las declaraciones de un autor sobre su propia obra siempre deben ser tomadas con pinzas. Que se haya propuesto escribir una obra en un género tan restringido como los thriller no impide que se le pueda exigir a la novela que logre dar una “vuelta de tuerca”, como lo han conseguido obras que Santiago ha citado como influencia, desde la novela Sostiene Pereira de Antonio Tabucchi hasta los comics de Alan Moore. Curiosamente, Roncagliolo consigue salir airoso en lo más complicado y resulta vulnerable en lo que podría resultar más sencillo para alguien con su experiencia. Con notable audacia, sabe condensar en el argumento variables tan complejas como la leyenda de Inkarri, las siempre tétricas alegorías cristianas, el incierto momento político del post-terrorismo y la violencia anárquica que dejaron esos años de sálvese-quien-pueda. Gracias a ese rompecabezas bien armado puede recrear el clima opresivo e inestable de aquellos años, cumpliendo con lo que anuncia el título Abril rojo. Pero en la cuenta de pendientes sumo: las cartas de pésima ortografía, un elemento interesante del inicio pero que no cristaliza ni es funcional para la solución del caso; el vicio de guionista que lo impulsa a redactar frases hollywoodenses que teatralizan y rebajan esa atmósfera angustiante y verosímil que he alabado con entusiasmo (ante la pregunta concreta del fiscal, interrogando al forense sobre dónde puede incinerarse un cadáver, éste responde, como anticipando un cameo con Dennis Hooper: “en el infierno”); la metamorfosis del protagonista, sin un elemento concreto que lo justifique, de timorato fiscal a pistolero audaz y detective con capacidad de deducción; y el desenlace efectista que se contradice con las pistas planteadas a lo largo de la novela (pero no ahondo más en ello para no adelantar el final). Finalmente, recomiendo no pasar por alto dos escenas memorables: la del terrorista suicida visto desde el helicóptero y el relato del inútil Chacaltana en las elecciones presidenciales en un pueblo andino. Donde nacieron esos frutos, ahí hay que cultivar.