sin plumas

comentarios de libros por iván thays

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Lugar: Lima, Peru

Escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro"

12/09/2004

Casa de Islandia
Luis Hernán Castañeda.
Estruendo Mudo editores. Lima: 2004.

ARTISTA CACHORRO
De la más reciente camada de “artistas cachorros” (genial calificación de Dylan Thomas con que renombra al artista adolescente joyceano) el nombre de Luis Hernán Castañeda es el que brilla con más intensidad y ha conseguido mayor consenso. Autor de un híbrido literario llamado Casa de Islandia, Castañeda celebra la despreocupación de sus 22 años con una obra ambiciosa y desmedida, un libro de talento indudable, alimentado alternativamente –y en perfecto equilibrio a lo largo de casi toda la obra- por sus disfuerzos de autor joven en cafetería de letras y la profundidad y sensibilidad de un escritor auténtico en ciernes. Vivir en esta Islandia metafórica es habitar un lugar inhóspito y literario, que lo mismo remite a la fragilidad del Barranco de Martin Adán, las dudas existenciales de Stephan Dedalus y las brumas neblinosas del Elsinor shakesperiano. El personaje de la novela es un autor joven al que se le conoce como Pierre Menard, un escritor que -según el cuento de Borges- su máximo mérito fue rescribir una obra ajena. Por un lado, se nos presentan sus cuentos extravagantes y de factura irregular, sustentados por un erotismo difícil y oscuro, que forman parte de un mundo literario retorcido en el que apenas se reconoce al tímido y silencioso Menard. Por otro, aparecen fragmentos de sus diarios, donde somos testigos de sus conflictos cotidianos y su atolondrado, cándido e impaciente deseo de ser “exitoso” e incluso “célebre”, así como la presencia (al mismo tiempo cómplice y enemiga) de sus compañeros de universidad, escritores y “geniecillos dominicales” como él. Avanzada la novela, una tercera línea narrativa aparece y toma cada vez mayor importancia: la presencia de un crítico hostil y aguafiestas –que tiene el mismo nombre y apellido de Castañeda-, un alter ego que se empeña en denunciar a Menard como plagiario y en mezquinar su talento, ya sea con armas literarias como extra literarias (lo acusa de depravado y bisexual). Es cierto que el fin de la lectura nos deja con la sensación de improvisación y desorden, como si el autor hubiese sido incapaz de controlar el complicado artefacto de relojería que ha conseguido echar a andar. Por ejemplo, el gag final, que enfrenta al crítico con los gruppies de Menard, es un sketch dirigido por Ricky Tosso (si lo que se buscaba era una caricatura, el efecto no fue satisfactorio). Sin embargo, algunos fragmentos, como la escena onírica de Menard y el demiurgo Cedros, o el cuento que cierra la novela, demuestran que Castañeda es largamente lo mejor que le ha ocurrido en mucho tiempo a la literatura peruana.