Pudor
Santiago Roncagliolo
Alfaguara: Lima: 2004.

CÉLULA BÁSICA

Siempre me pareció perturbadora la definición escolar de la familia como la “célula básica de la sociedad”. La reciente novela de Santiago Roncagliolo podría servir como justificación para esa inquietud. Está protagonizada por una “familia disfuncional” de clase media, de apariencia normal en lo externo pero profundamente perturbada y fraccionada en lo interno. Alfredo, el padre, se ha enterado de que tiene cáncer y no logra asumirlo; la madre, Lucy, recibe mensajes eróticos que despiertan un morbo adormecido; a Mariana la pubertad la ha alcanzado sin que pueda definirse entre calzón o calzoncillo; Sergio ve fantasmas y a nadie le importa; el abuelo se ha enamorado de una hemipléjica pero pretende dar su último golpe; el gato en celo, antes de ser capado, huye hacia los techos para experimentar que el sexo duele. Si es así la célula básica ¿cómo será la sociedad? La pregunta se desprende en esta novela en la que el autor no logra despojarse de esa moral de ONG que le ha dado mucho éxito en guiones de TV para Michel Gómez y obras de teatro juveniles, pero en su literatura resultan un lastre y una limitación. A través de fragmentos, nos conduce hábilmente hacia el desenlace: una puesta en escena donde los actores se reúnen. Sin embargo, no todas las historias llegan en igualdad de condiciones. La del abuelo es redonda y la del gato encandila; pero la de la hija tiene una sordidez innecesaria y efectista; la del niño se ha vuelto secundaria, la de Lucy es decepcionante y la de Alfredo se ha agotado pronto y no puede levanta vuelo. Formalmente, Roncagliolo representa el producto más interesante dentro de su promoción de autores. Ha aprendido las lecciones heredadas por la Generación X, y las ha matizado con autores contemporáneos en lengua inglesa y sobre todo con aquel cine minimalista y de humor negro a lo Todd Solondz (director de Hapiness). El resultado es una obra que se limita a mostrarnos sus acciones, privilegiando la historia antes que las reflexiones y mostrándose incluso “anti-literaria” en su franciscano uso de recursos como la introspección, las fracturas temporales o las elipsis. Roncagliolo tiene fe en la linealidad y en la historia desnuda y sin contemplaciones, en la que unos trazos de humor tragicomic (el neologismo va muy bien), sirven como detonante. Es cierto que, sumando aciertos y errores, Pudor no resulta una buena novela, pero tampoco es una experiencia fallida. Más bien, puede leerse como un “estado de la cuestión”, una obra que muestra la proyección de un autor quizá aún poco conciente de sus equívocos, pero con un conocimiento bastante alto de la dirección que desea darle a su obra literaria.