sin plumas

comentarios de libros por iván thays

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Lugar: Lima, Peru

Escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro"

6/21/2007

El cielo sobre nosotros
Carlos Garayar
Alfaguara: Lima, 2007

AMANTES SIBERIANOS

La selva para muchos es un territorio exuberante, colorido, erótico, tropical; no para Carlos Garayar. El cielo sobre nosotros sucede en una selva anterior a los cuadros de Bendayan, al narcotráfico y al terrorismo, a los aeropuertos clandestinos y al turismo sexual. Y a la tecnocumbia. Es una selva donde un policía, un médico y un cura se aburren. A ese mundo monótono, de movimientos que se lentifican por el sopor, de colores tenues como un verde sin estridencia, llega un polaco para internarse en un sanatorio. Tisis. De manera insólita, el desahuciado despierta el amor de una enfermera, que es la encargada de atenderlo en un pabellón para terminales al que llaman La Siberia. ¿La gélida, apátrida, exiliada Siberia en mitad de la selva tropical? De eso se trata. Sin demora la novela encara su argumento a través de dualidades, juegos de espejos como el contraste entre la vida y la muerte; eros y tánatos; civilización y barbarie; amor y pasión; Matilde y la señorita Soria; el instinto de supervivencia y la muerte programada; la laxitud del polaco convaleciente y la inquietud del alférez recién llegado que necesita crímenes que resolver.
Sin embargo, el par más interesante se da entre los dos testigos principales, el pragmático policial y el médico que pretende entender superando su raciocinio (el misticismo del cura, además, convertiría este par en un triángulo). La devoción de la enfermera para con el extranjero conmueve a todos, pero no es asumida por todos del mismo modo. Ella, al igual que el polaco Siélac, es una excluida de la vida, una apátrida íntima, y ya que no puede dedicarle a su alma gemela el resto de su vida, ni un hijo, decide condenarse con él. Así es este amor sin fisuras pero sin expectativas, que brota espontáneamente, abriéndose paso entre esa selva oclusiva y la vida sin sobresaltos de la enfermera solterona más anodina del hospital. Pero ¿puede realmente el amor ser una salvación o una cura? Esa es la pregunta que deben resolver los amantes siberianos. Y también la policía.
El crítico y profesor universitario Carlos Garayar ya había comprobado estar facultado para la ficción en un libro de relatos injustamente relegado: Una noche un sueño (Peisa), que también transcurre en la selva. Es cierto que existen dos pecas en la novela (el amor que nace entre la enfermera y el tísico brota sin mayor explicación ni tránsito, simplemente se da por sentado de que se vieron y se amaron de inmediato como si fueran alegorías y no personajes; y cuando leemos los diarios del médico no existe diferencia entre un lenguaje correctísimo y el narrador omnisciente) pero ninguna de ellas es demasiado grave como para entorpecer la intensidad de la metáfora que ha creado Garayar. La obra tiene antecedentes notables: La montaña mágica, de Thomas Mann; Los adioses, de Juan Carlos Onetti; y en especial la muy recomendable Perorata del apestado, de Gesualdo Bufalino.