sin plumas

comentarios de libros por iván thays

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Lugar: Lima, Peru

Escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro"

5/23/2003

Jorge Eduardo Benavides
El año que rompí contigo. Alfaguara: 2003. 343 págs.


El futuro diferente

Aníbal debe hacer taxi para poder sobrellevar la convivencia y los estudios. María Fajís, una muchacha a la que la vida se la lleva de encuentro. Mauricio es un periodista amenazado por el MRTA y Elsa, su novia. No parece el retrato de un grupo de jóvenes demasiado extraordinario. Y en realidad no lo es, salvo por el hecho de estar enredados en la telaraña de los días idénticos. Lima, se lee en el primer párrafo, es la capital mundial de la desesperanza. Benavides ha construido un eslabón de cadena. El año que rompí contigo continua lo narrado en Los años inútiles, su anterior novela. Muestra el residuo de esos años terribles en que el país ingresa en una decadencia no solo moral sino anímica. La novela se estaciona en los años finales del gobierno aprista e inicios del fujimorismo. “El futuro diferente”, frase que resume las promesas de Alan García, es desolador. En Los años inútiles los personajes parten con fe y la van perdiendo. Aquí la fe se ha perdido por completo. Las bombas terroristas explotan a la vuelta de la esquina, sacudiendo las ventanas y las vidas de estos jóvenes encerrados en un departamento claustrofóbico de una Lima clasemediera. El autor, educado literariamente en la Lima de los años 80, hace suya la ambición de su promoción y decide unir las dos puntas de la madeja: una historia de crisis sentimental que es el cruel reflejo de la crisis política. Lo íntimo y lo colectivo. La carátula acierta: un par de dedos encendiendo un fósforo. La cotidianidad y, al mismo tiempo, el horror. El mismo fósforo puede encender la cocina para preparar un caldo de pollo o la mecha de una bomba molotov. Vivimos bajo la amenaza de lo cotidiano, y hasta lo puro esconde misterios. Y esconder secretos en esos años era un delito. Hay momentos estupendos: se habla de amor, de política, de dinero, se observa a una gata en la ventana y se juega a la ouija. Con esta obra el autor espanta definitivamente la sombra de Vargas Llosa que lo asedió en la anterior y se consolida como un autor notable.