La fortuna de Matilde Turpin
Alvaro Pombo
Planeta, Madrid. 2006
LAZOS FAMILIARES
El comienzo de Anna Karanina afirma célebremente que mientras las familias felices son iguales, las desgraciadas los son cada una a su modo. Pero en algunas familias no resulta fácil reconocer el límite entre la felicidad y la desgracia. Vista desde lejos, por ejemplo, la de Matilde Turpin podría parecer feliz y próspera, con hijos encaminados, una casa de campo idílica en el Asubio, una carrera prominente en el mundo de las finanzas de ella, reconocimiento intelectual de su esposo filósofo Juan Campos, y mucho dinero para condimentar todo esto. Pero la muerte de Matilde trasluce la fragilidad de esa aparente perfección. Juan Campos decide recluirse en la casa campestre junto a dos empleados que son también amigos inseparables del matrimonio: Antonio y Emilia. Ahí recibe además la visita de uno de sus hijos, Fernandito (cabalgando su espectacular Porsche Boxster negro) de quien pronto sabremos que tiene un gran resentimiento contra su padre y esconde mal su homosexualidad (y su amor imposible por un amigo que tiene en el campo desde niño, Emeterio). También llegará otro hermano, Jacobo, y su guapa y joven esposa Angélica, quien tendrá un rol activo en el desenlace. La fortuna de Matilde Turpin, ganadora del último premio Planeta, mantiene el tono introspectivo y reflexivo de las anteriores novelas de Alvaro Pombo, aunque sin la densidad que caracteriza sus novelas más célebres. Afinado con los personajes femeninos, Pombo hace de Matilde Turpin no solo la columna vertebral de la familia sino el engranaje que permitía funcionar a todos los personajes sin estrellarse. Una vez desaparecida (convertida en un “peso inmaterial pero que oprime” p. 331), los lazos dejan de funcionar, y los individuos que compartían el abrazo familiar del Asubio se descomponen y llenan las páginas con largos silencios disfrazados de reflexiones, de secretos y de una visceral incapacidad para afrontar la vida sin de Matilde. La novela privilegia los desplazamientos internos de los protagonistas antes que las acciones, por lo que la lectura puede parecer tediosa para quienes no han leído novelas anteriores de Pombo (un autor fetiche en el catálogo de la exigente Anagrama antes de ganar inusualmente este premio), incluyendo algunas descripciones crípticas –tan afines al autor- como aquella que anuncia que la lluvia cierra la casa “como una lengua extranjera (p. 60) Así, entre los delirios de su mejor amiga y servidora Emilia (que parece más huérfana que los mismos hijos), los rencores de Antonio y Fernandito, el desprecio de Jacobo y lo pusilánime que resulta ser el Juan Campos cuando debe resolver los problemas cotidianos, las acciones de la novela se van desenredando con lentitud pero fatalmente hacia un desenlace que podemos calificar de imprevisto porque, justamente, no hay dos familias desgraciadas iguales y la de Matilde Turpin lo es muy a su manera.
sin plumas
comentarios de libros por iván thays
Datos personales
- Nombre: Ivan Thays
- Lugar: Lima, Peru
Escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro"
5/17/2007
Asesinato en la Gran Ciudad del Cuzco
Luis Nieto Degregori
Norma: Lima, 2007
CRIOLLOS VS. PENINSULARES
Esta nueva novela del narrador cuzqueño Luis Nieto Degregori tiene como escenario a Cuzco de principios del siglo XVIII, un corregimiento codiciado por muchos españoles buscapleitos que buscan forrarse de dinero fácil y rápido, para luego enterarse de que la política en dicha ciudad gira en torno a un criollo llamado Diego de Esquivel y Navia, y su aún más poderoso sucesor, Diego El Mozo. Este último, y su hijo natural también llamado Diego (a quien se le conoce de niño y luego, ya mayor, convertido en sacerdote), son los protagonistas de una historia que enfrenta constantemente a criollos y peninsulares, teniendo como telón de fondo a los mestizos y los indios, peones (aunque a veces piezas más importantes) en el complejo juego de poder en que unos y otros combaten armados de chismes, fraudes y coimas. La novela se inicia con el descubrimiento de un cadáver en plena ciudad por el entonces niño Diego, y da un salto hasta los últimos años de la vida de Diego el Mozo, su padre, atribulado porque sus enemigos lo han llevado finalmente a un juicio. Como elemento misterioso, una hermosa mestiza que aparece y desaparece constantemente en la vida del joven sacerdote guarda el secreto para arrancarle a éste la venda de los ojos sobre su familia. Paralelamente a esta historia, se cuentan en capítulos alternos algunas de las tropelías de la pelea criollos vs. peninsulares: el amor prohibido entre Diego el Mozo y su amante Leandra; la historia de una lance entre uno de los corregidores del Cuzco y el todopoderoso marqués criollo; las aventuras de un mestizo cuyo odio puso en aprieto a los españoles por un tiempo, llamado El Cartolín. Resulta evidente que Nieto Degregori tenía en sus manos un material histórico que lo seducía y que supo aprovechar para recrear el Cuzco del XVIII con solvencia. Sin embargo, el talento puesto en la recreación del ambiente histórico no va de la mano con el que debió colocar en la trama. El argumento, por ello, resulta opaco y secundario, demasiado disperso, sin que la columna vertebral (el cura Diego que va conociendo poco a poco la verdad sobre su padre) esté bien construida como para sostener un conjunto de anécdotas coloniales. ¿Dónde quedó el autor que en Cuzcco después del amor trabajó con tanta sutileza y detalle las contradicciones sentimentales de su protagonista? Como un Edipo que descubriese la verdad solo en el epílogo, el padre Diego permanece demasiado tiempo a ciegas para ser una persona dramática atractiva. Y eso es, justamente, lo que necesitaba esta novela que, por otra parte, comete algunos errores formales imperdonables en un autor con tantos años en el oficio, como el abuso de frases clisés (“su madre siempre con cara de pocos amigos” p. 61 “y echó a correr calle abajo como alma que lleva el diablo…” p. 31) o las abundantes reiteraciones en las acotaciones de los diálogos (“¡Ah!- exclamó asombrada” p. 67 “¡Daré soltura al preso, pero esto no termina aquí!- se mostró amenazante el corregidor” p. 116).